Tiempo de hacer análisis de suelos: ¿qué hay que observar tras los años de sequía?

16 de octubre de 2023

Para poder aspirar a obtener buenos rendimientos en un cultivo no alcanza con tener las mejores semillas y la bendición de las lluvias. Conocer al detalle las características y el estado del recurso suelo es una condición vital. Gabriel Espósito, profesor de la Cátedra de Cereales en la Universidad Nacional de Río Cuarto, es un incansable promotor de la realización de análisis de suelos, pero sobre todo de una visión holística en torno a la fertilidad de la tierra.

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“En el triángulo de la fertilidad, una pata es la fertilidad física del suelo: la macro porosidad que permite el ingreso y distribución de agua y el crecimiento de las raíces. Otra pata es la fertilidad química del suelo, es decir la disponibilidad actual y potencial de los nutrientes; y en tercer lugar está la fertilidad biológica del suelo, que es una salud del suelo vinculada a una apropiada biodiversidad y bioactividad de diferentes microorganismos. En la medida en que todo eso funciona, la productividad del suelo es la máxima”, describe el especialista.

Un productor que busca maximizar la eficiencia en el uso de los nutrientes que aplica no lo va a lograr si tiene un problema de física de suelo, como puede ser un suelo compactado o cuya actividad biológica y nivel de materia orgánica están muy atrofiados. “No vas a tener la actividad biológica que haga que esos nutrientes estén en buena disponibilidad y que la raíz esté sana y crezca vigorosamente para poder absorberlos”, explica Espósito.

Teniendo en cuenta esta visión integral que considera las variables físicas, químicas y biológicas, ¿cuáles son las herramientas y métodos que se utilizan hoy para la realización de un buen análisis de suelos?

Según detalla el profesor, un buen análisis de suelo empieza con un adecuado muestreo del suelo, porque los suelos presentan gran variabilidad espacial y temporal en muchos de los nutrientes. “Los modelos de diagnóstico de los nutrientes de base -fósforo, azufre, zinc, boro, etc.-, se ajustan a los datos que dan los suelos en invierno, porque la temperatura y la dinámica biológica del suelo hacen cambiar la biodisponibilidad. Mientras que el análisis de los nutrientes de muy alta movilidad, como el caso del nitrógeno, sobre todo, conviene hacerlo al momento de la siembra o durante el desarrollo del cultivo, siempre en conjunción o en sincronía con lo que indican los modelos desarrollados para el diagnóstico de cada región”, afirma Espósito.


Luego aclara que los suelos no son homogéneos espacialmente, por lo que es necesario hacer un muestreo geo referenciado en puntos estratégicos. Después llega el turno de acción de los laboratorios, que son coordinados por la Asociación Argentina de la Ciencia de Suelos. “Ahí se va sacando, de acuerdo con las calibraciones del laboratorio, los valores de los distintos nutrientes.

Entonces, antes de sembrar la soja o el maíz, a echar mano a esas herramientas de análisis. Pero ¿qué podemos encontrar este año en que gran parte del área agrícola nacional viene de tres campañas seguidas de sequía? ¿Qué aspectos hay que tomar en cuenta en este contexto respecto de la nutrición del suelo?

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“Decir que porque venimos de tres campañas secas tenemos que fertilizar menos porque el suelo se enriqueció, es una enorme mentira”, advierte el profesor, y explica que el suelo puede haber recuperado parcialmente algo de fertilidad, dependiendo de lo que haya hecho cada productor, pero que eso no justifica una fertilización menor. “En última instancia, lo correcto sería hacer un nuevo muestreo de suelo, ver en qué estado de situación estoy, no presuponer nada y aplicar los modelos agronómicos muy validados por el sector científico agropecuario argentino”.

Hay una creencia equivocada de que como hubo sequía, los nutrientes no se consumieron y por lo tanto no es necesario fertilizar. Pero Espósito aclara que lo correcto es realizar un diagnóstico evaluando la disponibilidad real de nutrientes y además considerar en ese diagnóstico a los micronutrientes.

“Hay que hacer un análisis de suelos y ver qué hay que aplicar, y siempre hay que hacer una fertilización balanceada, porque por ahí podés encontrar que por la sequía tenés un poquito más de fósforo, tal vez sin fertilizar bien, y bastante más nitrógeno podés encontrar. Ahora, el zinc no aparece por obra y gracia del Espíritu Santo. Es un nutriente que si no le agregan, el suelo no lo va a tener en alcancía. No te aparece más Boro, no te aparece más Calcio, no te aparece más Potasio, no te aparece más Magnesio”, enumera Espósito, y pregunta: “¿Sabés cuántos nutrientes tenemos que balancear hoy en la región pampeana para hacer una buena nutrición? Entre ocho y nueve nutrientes le exigiría a un agrónomo analizar para hacer una nutrición balanceada. Y si vos no hacés una nutrición balanceada, perdés eficiencia en el uso del nutriente más caro, en este caso el fósforo”, concluye.

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El especialista Gabriel Espósito ofrece una mirada holística de la fertilidad de la tierra y advierte que es clave realizar diagnósticos antes de definir estrategias de nutrición.

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