Hacia una definición coral de la agricultura regenerativa
30 de octubre de 2024
Esencialmente, dice, se trata de sostener una demanda creciente en calidad y cantidad en alimentos y productos que la humanidad demanda. “Esa es la realidad, y tenemos que pensar que tenemos el suelo como base fundamental de la producción, y como fuente de energía la luz, que a través de la fotosíntesis se puede transformar en alimentos, en bienes, en servicios, en energía… Eso hay que mantenerlo como un objetivo permanente. A eso le agregamos toda la tecnología y el conocimiento que tenemos disponible y sobre lo cual cada vez tenemos que ser más eficientes, y pensar en una nueva dimensión que hoy la inteligencia artificial y la robótica nos ponen en la mano para apalancar nuestro futuro”, dice Romagnoli.
Es en este contexto que el referente del sector abraza y celebra el surgimiento de un nuevo término que sirve para revalidar los objetivos y darles nuevo sentido.
“Tenemos que recrear lo histórico. En la medida que el hombre basó el desarrollo de las civilizaciones en la sustentabilidad del suelo, en mantener la fertilidad, se cumplió con los principios de la agricultura regenerativa. ¿Por qué? Porque es allí donde los procesos biológicos recrean todas las actividades que tienen que ver con el medio ambiente, con la conservación del agua, del suelo, del aire y de la vida y la salud humana. Bienvenida la agricultura regenerativa como concepto porque tiene gancho y me parece fantástico porque hay que hacer consciente a toda la sociedad de esto”, remarca.
Otra definición bien completa es la que brinda el productor cordobés Germán Fogante, quien por su linaje familiar también está ligado desde siempre a la siembra directa y la búsqueda de mejores prácticas en la producción ya que su padre fue, al igual que Romagnoli, un pionero de ese sistema productivo.
“La agricultura regenerativa parte de la siembra directa: regeneramos suelos, regeneramos ambientes. Esa regeneración principalmente se da en los primeros centímetros del suelo y debemos mantener prístina esa mejora y ese suelo, no tocado bajo ninguna circunstancia. La agricultura regenerativa, en definitiva, es también intercalar cultivos de ciertas características que le den al suelo esa diversidad desde el punto de vista de la micro, meso y macro flora y macro fauna, que consideremos al suelo como un suelo vivo”, describe el productor. Luego refuerza la idea: “Si tocamos y generamos una alta aireación ante una remoción y generamos altísima oxidación, perdemos materia orgánica, perdemos esa vida que tiene el suelo y que hemos logrado después de tantos años, esa mejora desde el punto de vista de fertilidad física y química”.
Entre las prácticas concretas que contribuyen a generar este tipo de sistema virtuoso, Fogante enumera la diversificación en las rotaciones de especies, incorporar cultivos de servicio que prestan beneficios que no aportan los cultivos extensivos… “Esencialmente, para nosotros es diversidad”, sintetiza.
Por su parte Navier Picco, un joven ingeniero agrónomo y asesor de empresas en la provincia de Santa Fe, aporta su comprensión de esa definición. “Se la llama con distintos nombres, le podemos decir como querramos pero el objetivo es el mismo: tenemos que intensificar y diversificar para cuidar el suelo, mejorar el suelo y así poder sostener y aumentar la producción”, dice.
Y desde Tandil, donde asesora a empresas tanto agrícolas como ganaderas que están en transición hacia sistemas regenerativos, Guillermina Millán cuenta cuál es su visión. “Regenerar es empezar a ver a los cultivos en una sinergia con el suelo. Por eso se empiezan a hacer cultivos asociados como vicia, centeno y se empiezan a medir algunos indicadores como la fertilidad, los insectos, y aparecen algunas otras especies”.
Manuel Otero, director general del Instituto Interamericano para la Cooperación Agrícola (IICA), es muy claro respecto al rol y las herramientas que tienen los productores de la región en este sentido. “Cuando cierro los ojos y pienso en agricultura regenerativa pienso en el uso responsable de los recursos naturales, en el cuidado de la biodiversidad, siempre pongo una visión de economía circular con los agricultores en el centro de los procesos productivos. Una agricultura que tiene que aplicar el enfoque de ‘una salud’, donde además de la salud animal y de la salud humana, está la salud de los suelos”, dice, y recuerda que el IICA, junto con Bayer y otras empresas del sector, tiene un programa que se llama Suelos Vivos con el que busca crear conciencia sobre este tema, “porque sin suelo no hay agricultura”.
Junto a Otero trabaja Federico Bert, doctor en Ciencias Agropecuarias y responsable de la digitalización agrícola en el IICA. Él cuenta cuál es el aporte que puede hacer la agricultura digital en este escenario. “La agricultura digital es, desde mi perspectiva, la herramienta más promisoria y más concreta que tenemos para enfrentar los desafíos actuales. ¿Por qué? Porque es la que permite más eficiencia. La multiplicidad de soluciones digitales que permiten aumentar la producción, permiten aumentar la eficiencia, permiten usar mejor los recursos naturales, usar mejor los insumos, hacer trazabilidad. Es imposible hacer trazabilidad sin la digitalización. Todo eso lo permite la agricultura digital, que está recién en su comienzo. Si bien tenemos soluciones digitales desde hace ya diez o quince años, la transformación digital como proceso, si la miramos en perspectiva, recién está comenzando, lo más importante está por venir y va a acompañar estos desafíos”, asegura.
La multiplicidad de voces y experiencias construye una definición, una búsqueda en la que todos, productores, investigadores e industria, caminan en la misma dirección. Y es en esa dirección en la que avanza Bayer con su programa PRO Carbono, una herramienta con la que busca respaldar y ayudar a los productores en la adopción de prácticas agrícolas sustentables, transformando a la sustentabilidad en un componente integral de su negocio y asegurando un impacto positivo a largo plazo en el medio ambiente y futuras generaciones. “Se trata de una transformación, un cambio de hábito que estamos tratando de impulsar desde Bayer. Cada vez son más los actores que van en este camino colaborativamente con los productores, entonces se necesita mucha información, mucha comunicación, mucho dato. Primero hay que hacer un cambio de lógica, dejar de pensar en un cultivo, en una campaña, y empezar a pensar en sistemas de al menos tres años. Después, lo que estamos proponiendo como base es la siembra directa, la no remoción de los suelos. Hay muchos estudios que comprueban que esto ayuda a la regeneración de los suelos, a la biodiversidad, a mantener el carbono. Otro pilar es la incorporación de cultivos invernales ya sea comerciales o de cobertura. Tratamos de que la mayor parte del año los lotes estén verdes, que estén vivos”, dice el líder del programa PRO Carbono, Pablo Leguizamón.
Con esa premisa bien instalada, desde PRO Carbono se trabaja para incrementar los niveles de productividad de cada cultivo, ya que de esa manera se aumenta también la captura de carbono y se aporta más biomasa a los suelos. En esa búsqueda, Leguizamón destaca cuatro impulsores de productividad y carbono que son la genética y la biotecnología de punta, la agricultura digital al servicio de la agricultura de precisión, la fertilización precisa y la protección de cultivos.
En eso están más de 160 productores que ya participan del programa PRO Carbono en la Argentina, aplicando el conocimiento y la tecnología desarrolladas por Bayer para reducir su impacto y empezar a medir los resultados.
Investigadores, productores, asesores y funcionarios ponen el foco en los desafíos que enfrenta el agro y las herramientas que tiene para abordarlos.
La agricultura regenerativa es el nuevo paradigma que se impone en el campo. Para muchos suena como una nueva forma de referirse a una búsqueda que los productores vienen haciendo desde hace años, pero según lo explica el especialista en suelos y referente mundial de la agricultura, Rattan Lal, se trata de ir un paso más allá y adoptar las prácticas y tecnologías disponibles para estar a la altura de las exigencias globales.
Jorge Romagnoli, un pionero e impulsor incansable de la siembra directa en la Argentina, es una voz con peso propio para respaldar el concepto, no sin antes repasar los grandes desafíos que enfrentarán los agricultores en los próximos años.