El maíz argentino tiene la huella de carbono más baja del mundo

28 de octubre de 2023

La huella de carbono es un indicador ambiental que refleja la cantidad de gases de efecto invernadero que es emitida directa o indirectamente como consecuencia de una actividad determinada. Por ejemplo, la agricultura. Es un indicador que se valoriza cada vez más por su efecto directo sobre la calidad de vida y la salud.

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Como sabemos, de todo lo que exporta la Argentina, dos tercios vienen del sector agropecuario, y si el mundo pide que esos productos vengan con información ambiental, hay que ser hábil en ese sentido, estar preparados comercialmente”, explica Rodolfo Bongiovanni, un técnico del INTA que junto a Leticia Tunineti del INTI, realizó un interesante relevamiento de la huella de carbono del maíz argentino.

Bongiovanni coordina desde hace diez años la plataforma de huellas ambientales del INTA, con la cual realiza diferentes mediciones y estimaciones objetivas, neutras y muy ajustadas a los protocolos internacionales. “Todo tipo de estudio que nosotros hacemos no solamente tiene la solidez científica, sino que además tiene un método que es comparable internacionalmente”, aclara

En este caso, por iniciativa de la asociación Maizar, el INTA y el INTI fueron convocados para caracterizar qué ocurre con el maíz producido en Argentina. “Para sorpresa de algunos, el maíz no resultó ser un cultivo que secuestre carbono (más remoción que emisión), sino que, como todo cultivo de tipo anual, produce una serie de emisiones. Eso quiere decir que la humanidad no está exenta de este tipo de cuestiones por más que haya una buena intención, por más que haya un buen manejo. El maíz, como todo cultivo anual, tiene emisiones básicamente representadas por los fertilizantes nitrogenados, por las propias emisiones que hace el cultivo cuando va fijando carbono, y por las labores que se realizan”, advierte el especialista.

Siguiendo la norma ISO 14067, que es la que establece los estándares para hacer el análisis de huella de carbono de productos, los investigadores observaron al detalle el impacto del maíz durante todo su ciclo productivo, y además de las emisiones de gases con efecto invernadero calcularon la remoción. “En Argentina tenemos una alta adopción de siembra directa de alrededor del 90 por ciento, también tenemos cultivos de cobertura que benefician al cultivo de maíz... Entonces podemos decir que además de las emisiones, hay remoción por parte del sistema de producción de maíz”, explica.

La realización de estudios y mediciones ya es un primer paso para celebrar, pero es fundamental saber cuáles son los resultados que arrojaron esas primeras indagaciones.

Según detalló Bongiovanni, el maíz argentino emite un total de 1.246 kilos de dióxido de carbono equivalente por hectárea. Teniendo en cuenta el rendimiento del maíz, esto equivale a 178 kilos de dióxido de carbono por tonelada de maíz, es decir, 0,178 toneladas de CO2 por tonelada de maíz.

"Este estudio incluye todas las características del maíz producido en Argentina, dentro del cual tenemos un 54% de maíz temprano y un 46% de maíz tardío. La diferencia no fue muy grande, siempre se mantuvieron las proporciones, donde el principal aportante en términos de huella de carbono fue la fertilización nitrogenada, con 33% de la huella, y la producción de esos fertilizantes en las plantas de origen, que explica un 23% de la huella. Quiere decir que si sumamos el efecto fertilización es más de la mitad de la huella de carbono del maíz”, detalla el técnico del INTA.

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Luego agrega que cuanto mayor es el rendimiento, menor es la huella o el impacto ambiental, y suma un dato interesante que pone en valor el sistema de producción utilizado en la Argentina. “Cuando uno compara los resultados de Argentina con respecto a las bases de datos, podemos ver que Argentina tiene uno de los valores más bajos del mundo comparado, por ejemplo, con Brasil, con China, con Estados Unidos, con Rusia, Sudáfrica, Ucrania, Vietnam. Son todos países que ya tienen cargados sus valores representativos en las bases de datos. La huella de Argentina se encuentra un 61% por debajo de estos trabajos a nivel mundial”, afirma.

El panorama que plantea Bongiovanni es alentador. Habla de un sistema de producción que tiene variables para ajustar pero que está bien encaminado. El cereal argentino genera 178 gramos de dióxido de carbono equivalente por kilo de maíz producido, lo que resulta 61% inferior al promedio mundial para el cultivo.

Para estar a la altura de los nuevos desafíos que se plantean en este debate, Bayer cuenta con su programa Pro Carbono, del que ya participan 162 productores en la Argentina, aplicando el conocimiento y la tecnología desarrolladas por Bayer para reducir su impacto y empezar a medir los resultados. Bongiovanni comenta que sigue de cerca las líneas de trabajo de la empresa para lograr que aquellos productores que sigan prácticas ambientalmente sostenibles puedan recibir una compensación, una especie de premio. “El desafío grande es decir: ¿cómo hacemos para que todos estos sistemas que usualmente se analizan de forma independiente puedan verse bajo una misma óptica, la mirada del sistema productivo y en rotación?”, concluye.

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Rodolfo Bongiovanni, técnico del INTA, cuenta los detalles de un estudio sobre el impacto ambiental del sistema productivo local que dio resultados alentadores.

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